la abuela rita

La pensión de la abuela Rita

Como todas las mañanas, Rita, una mujer de 78 años, luego de terminar sus quehaceres diarios, se sentó en el sofá para revisar sus redes sociales. Hace un tiempo se propuso aprender a usar los famosos teléfonos inteligentes para estar en contacto permanente con su familia.

Terminó de responder un par de mensajes, uno de su hermana que vive fuera del país y el otro de una sobrina que está a punto de dar a luz, cuando leyó el titular de la noticia sobre el fallo de la Corte Constitucional en el que exigía al Congreso de la República y al Gobierno Nacional reducir semanas para que una mujer pudiera pensionarse.

Sin embargo, ella recordó aquellos sermones de sus dos hijos y de su nieta en los que le decían, en un tono de pocos amigos, que no creyera todo lo que aparecía en la web porque las noticias falsas son el pan de cada día. Siguió revisando sus redes sociales hasta que llegó la hora de preparar el almuerzo.

Con el atardecer, su hija y su nieta llegaron de visita sorpresa. Después de un saludo afectuoso, la primera se quedó hablando con algunos vecinos y la segunda se sentó en el sofá para ponerse al día con la abuela, pues tenían más de una semana sin verse.

Pasaron los minutos hasta que María Celeste, su nieta, con mucho entusiasmo le contó sobre el nuevo fallo, a lo que la abuela dijo que leyó el titular, pero sin profundizar la noticia por aquello de las “feinius”. Su pronunciación de la extraña palabra logró entenderse.

María Celeste no aguantó la risa y le contestó que esta noticia sí era verdad, que por fin se hacía justicia con las mujeres y le pidió que le contara nuevamente sobre los esfuerzos que tuvo que hacer para sacar adelante a su mama y a su tío. Pero, primero, Rita pidió que explicara la noticia y contara lo que ella no quiso creer.

“Fácil, abuela”, expresó con contundencia. “Un abogado demandó el artículo del régimen de pensiones que decía que las mujeres tenían que cotizar las mismas semanas que los hombres a pesar de que podían jubilarse 5 años antes que ellos; es decir, a los 57. Ahora las mujeres del régimen público cotizarán 1.000 semanas y los hombres se mantendrán en 1.300. O sea, en la actualidad, nosotras nos pensionamos con las mismas semanas, pero tenemos que cumplirlas en menos tiempo que los hombres. ¡A nosotras las mujeres sí nos ha tocado duro!”, agregó.

Rita seguía con atención cada palabra de su nieta: “Abuela, aún faltan cosas por aclarar, pero eso les tocará a los congresistas. Quiero decirte que es lo más justo. Tú me has contado, y quiero que lo hagas ahora, sobre las dificultades que pasaste para encontrar y mantenerte en tu trabajo. Antes era muy difícil. Veo que mi mamá goza de beneficios que hace 50 años eran impensados”.

“María Celeste, mira –expresó la abuela–. Antes podíamos conseguir trabajo como secretaria, que ahora llaman asistente administrativa. Pude llegar a ese trabajo por haber terminado en un colegio comercial. Mi papá me dejó trabajar porque le insistí y la empresa era de un amigo de él. Ahí conocí a tu abuelo del que me enamoré, y a los pocos meses salí embarazada de tu mamá. Me tocó renunciar al trabajo porque tenía que atenderla. Después me costó conseguir trabajo nuevamente, por los años de inactividad. Tenía que ser medio tiempo, preferiblemente en las mañanas, mientras la niña estaba en el colegio, y tener la tarde para cuidarla y hacer tareas juntas.

“Como dicen por ahí, el que persevera alcanza y pude emplearme –prosiguió la abuela–. Sin embargo, a los dos años quedé embarazada de tu tío y me pasó igual que con tu mamá. Siempre quise trabajar. Sentía que podía ser mamá y una excelente trabajadora al mismo tiempo. Muchas de mis amigas lo veían imposible y decidieron quedarse cuidando el hogar, que también tiene una enorme responsabilidad. Cuando crecieron mis hijos, y con la ayuda de tu abuelo, pude conseguir un nuevo trabajo. Ahí permanecí más de 20 años y por eso puedo disfrutar de la pensión, que, aunque sea mínima, de algo sirve”.

María Celeste se levantó y le dio un tierno abrazo a su abuela. “Este fallo de la Corte es para personas como tú, por fin un acto de igualdad”, dijo. Y terminó diciéndole que hoy ve cómo su mamá ocupa un cargo importante en una multinacional y que sus primas tienen emprendimientos prósperos gracias a los espacios que se han ganado las mujeres en el sector productivo.

“Ajá y ¿cuál es el motivo de tanta alegría?”, interrumpió la hija.  Abuela y nieta sonrieron. “Después te cuento”, remató Rita.

 

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