percepcion-de-inseguridad-en-irapuato

Inseguridad reinante

Atrás quedaron los bellos recuerdos de la Barranquilla pacífica, esa ciudad que disfrutamos en nuestra niñez y juventud, en la que se irradiaba paz en cada una de sus esquinas y rincones, una tierra cuyo desarrollo es prometedor pero que hoy, tristemente, la inseguridad no las arrebata.

Y es que ya resulta difícil salir a compartir con nuestros familiares y amigos, ya no podemos disfrutar de una tarde sentados en las terrazas de nuestras casas, parques o bordillos por el temor a ser atracados o asesinados.

Sin embargo, el incremento de atracos y el sicariato es apenas la punta del iceberg de un panorama que se complica con el paso del tiempo. Hoy ya no nos sentimos seguros ni en casa, ni en la calle, ni en ningún recinto cerrado. El respeto por la vida pasó a un segundo plano y priman, por encima del bien, el interés particular del crimen organizado.

Barranquilla y su área metropolitana, por su ubicación estratégica, se han convertido en un destino apetecido de grupos ilegales por el control de los créditos gota a gota, el microtráfico, así como la extorsión. Y lejos de ver una hoja de ruta clara por parte de nuestras autoridades locales para atacarla, lo que vemos es que, a la fecha, las acciones que se han implementado en materia de seguridad en el corto, mediano y largo plazo no han sido suficientes. Se necesita redoblar esfuerzos no sólo para esta época de Carnaval que se avecina, sino para iniciar una planificación articulada que nos permita obtener los resultados que le devuelvan la tranquilidad y la confianza a la ciudadanía.

En reiteradas ocasiones he manifestado que esto no se arregla sólo con consejos de seguridad o con el ejército en las calles, esto es un problema de fondo, que se remonta mucho tiempo atrás, y que requiere, además del acompañamiento del Gobierno nacional, del sector académico, pues no podemos desconocer que universidades importantes del país y el departamento vienen desarrollando investigaciones sobre el tema que contribuirían al desarrollo de una política pública en materia de seguridad más acorde y aterrizada a la realidad que estamos viviendo.

No desconocemos el trabajo de resocialización que se ha iniciado en algunos sectores de la ciudad, pero este trabajo con las comunidades, sobre todo en las que más incide la violencia, debe ser constante y de compromisos, pues estas zonas carecen de oportunidades en cuanto a empleo y educación.

Además, es urgente el fortalecimiento de la labor de patrullaje al interior de la Policía Nacional; así como una prioritaria reforma a la justicia para que haya eficacia y se ponga fin no sólo a la congestión judicial sino también a la impunidad.

De acuerdo con un informe publicado en agosto de 2022 por el Observatorio de Seguridad Ciudadana de la Universidad del Norte “la estrategia de seguridad de la Administración Distrital no ha sido eficaz en la intervención de este escenario de criminalidad y violencia, altamente cambiante y ligado a dinámicas de orden regional”.

Lo preocupante, es que este informe concluye, en que, si Barranquilla y su Área Metropolitana no reorientan apropiadamente las estrategias de seguridad, se exponen al debilitamiento de los organismos de seguridad y justicia, el fortalecimiento del crimen organizado, el incremento de la violencia homicida y la pérdida del atractivo que ha proyectado la ciudad, por lo que no podemos permitir que la inseguridad continúe reinante.

Comments are closed.