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Cultura Ciudadana: ¿todo por hacer en el Atlántico?

Durante las últimas décadas, y muy pocos podrán contradecirlo, Barranquilla y el Atlántico han tenido importantísimos avances en diversas áreas; es innegable que se han logrado hitos significativos en la vida social del departamento y su capital, y si bien todavía se deben abordar y solucionar problemas públicos complejos, lo cierto es que la senda del crecimiento y desarrollo se viene consolidando cada vez más y con mayor entusiasmo.

En materia de infraestructura, por ejemplo, resaltan a toda vista la recuperación de distintos parques en la ciudad, el Malecón del Río y su continua oferta turística, la canalización de los arroyos, la construcción de diferentes espacios públicos en los municipios del departamento, así como de hospitales e instalaciones educativas. En educación, las cifras hablan por sí mismas y son varios los logros a mostrar: el incremento en cobertura, los buenos resultados de las Pruebas Saber e, incluso, las tasas de deserción escolar que se posicionan como unas de las más bajas del país. En salud, por otro lado, se reconoce a nivel nacional la existencia de un sistema que pudo sortear la llegada del Covi-19, a pesar de haber tenido picos muy preocupantes. Todas metas loables y meritorias.

Estos avances, sin embargo, también nos exigen como miembros del cuerpo social una reflexión profunda sobre cómo afianzar lo hasta ahora alcanzado, al tiempo que nos planteamos nuevos e innovadores enfoques para abordar temas de alto impacto negativo actual, como la inseguridad o la pobreza.

Dicha reflexión podría estar mediada por lo que se ha denominado la cultura ciudadana. Se trata, en cortas palabras, de una estrategia que debe ser liderada desde los gobiernos locales, pero en la que tienen activa incidencia y participación los ciudadanos, pues se busca modificar el comportamiento colectivo a partir de la auto y mutua regulación, con base en acuerdos y consensos mínimos sobre los valores y normas a seguir. Y esto, que a simple vista podría no tener importancia, es un medio muy fuerte a la hora de solucionar problemáticas sociales.

Por ejemplo, y para verlo muy puntualmente, ahora mismo se presentan dos escenarios relativamente sencillos en los que se puede poner en marcha la cultura ciudadana, y en los que seguramente habría mucho éxito: el comportamiento en el transporte público de la ciudad y el departamento, y la regulación frente al mal manejo de las basuras en espacios públicos. En ambos casos, es evidente que como ciudadanos podemos considerar nuevas interacciones de mayor interés común, que potencien el capital social y los bienes públicos. Algo tan elemental como no tirar la basura en los parques y en las calles, o poder tener estaciones de Transmetro sin atascos de personas, debe cuestionarnos hasta qué punto realmente nos sentimos propios y arraigados en este territorio.

Se requiere entonces iniciar un proceso de educación progresiva que nos ilustre y nos relacione entre autoridades y ciudadanos, con el fin de ponernos de acuerdo y visibilizar las ventajas nuevos arreglos y comportamientos.

Más allá de estos ejemplos, estoy segura que en el Altántico y Barranquilla tenemos todo para poder implementar y fortalecer la cultura ciudadana, con liderazgos adecuados y participación activa de los ciudadanos.

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