Recién acaba de terminar el Carnaval de Barranquilla, una de las expresiones folclóricas y culturales más importante de nuestro país, declarado Patrimonio Cultural de la Nación por el Congreso de la República y Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Sin duda, dos aspectos destacables para seguir trabajando por nuestras raíces, por lo autóctono y para que prevalezca esta tradición.
Quiero también aprovechar este espacio para felicitar y agradecer a nuestra soberana de las carnestolendas, Cristina Felfle Fernández de Castro, por su entrega, amor y constancia en cada uno de los eventos del carnaval. Así como también, destacar la importancia y la dedicación de los hacedores de esta fiesta tan maravillosa, como lo son los diferentes grupos folclóricos y las comparsas que año tras años nos regalan todo su talento, sin duda la verdadera esencia de esta tradición.
El carnaval no es sólo baile, fiesta o los cuatros días en los que tradicionalmente se celebra. Implica mucho más, es toda una organización y planificación que se hace a lo largo del año junto con todos sus actores y los diversos escenarios (comparsas, grupos folclóricos, hoteles, agrupaciones nacionales e internacionales, sistema de transporte, guías turísticos, peluquerías, artesanos, coreógrafos, logística, entre otros).
De ahí, que la economía, por esos días de festividad, gire alrededor de todos estos aspectos mencionados con anterioridad.
A una semana de haberse acabado el carnaval vemos como muchas personas del departamento han venido rechazando la organización del mismo, existen muchas hipótesis por parte de los atlanticenses sobre el tema. Lo cierto es que es de sabios escuchar, porque eso, en los diferentes roles de nuestra vida, es lo que hace que analicemos en que estamos fallando y busquemos los mecanismos para mejorarlo.
Las críticas, siempre y cuando sean constructivas, es bueno recibirlas. De ahí surge que podamos estar en permanentes cambios, por eso hoy quiero invitarlos a que sigamos trabajando juntos por salvaguardar esta hermosa tradición, este evento tan importante y de talla mundial que nos llena de orgullo no sólo cuando estamos por fuera del país, sino que vibramos cuando vivimos estas fiestas en sus diferentes etapas. No podemos perder la identidad cultural que representa la magia del carnaval para todos nosotros.
Sabemos de los grandes recursos económicos que se necesitan para realizar una de las fiesta más importante de Colombia, debido a esto, la empresa privada juega un papel importante ya que los dineros públicos no son suficientes para lograr cubrir los gastos que implica la organización de un evento de tal magnitud.
Pero si bien valoramos la inversión del sector privado, que se ve reflejado en la mayoría de publicidad que vemos en los diferentes desfiles, lo que más hay que destacar y lo que más debe sobresalir es la identidad de nuestra gente, ya que el carnaval según la Unesco “reúne expresiones emblemáticas de la memoria e identidad del pueblo barranquillero, del Caribe colombiano y del Río Grande de La Magdalena, por la mezcla de culturas que sustentan lo que somos como nación, por su capacidad de movilización social que supera todo tipo de diferencias, porque su poder de convocatoria está en el corazón de la gente que hacen de la diversidad un motivo de fiesta y de celebración que alienta el arte popular y mantiene vivo el pasado”.
Por todo lo mencionado anteriormente, invito al Gobierno Nacional, a la Gobernación del Atlántico y a la Alcaldía de Barranquilla a trabajar mancomunadamente con el fin de conservar nuestra tradición para que esta siga llegando a cada uno de los rincones del mundo.